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martes, 21 de octubre de 2014

entr # 29 (Visión espirita) VALOR DEL TIEMPO-REFLEXIÓN

Venimos a la Tierra con el deseo de progresar, con el firme propósito de trabajar y emplear el tiempo provechosamente; mas el orgullo nos estaciona, la indolencia nos hace huir del trabajo, y he aquí que pasamos toda una existencia sumidos en el error, envueltos en la ignorancia, consagrados a la superstición, o víctimas de cruel escepticismo.
Colocados en la escabrosa senda de la vida, no sabemos a dónde dirigir los pasos.
Nuestra vida se extiende al infinito, como queriendo buscar un más allá; contemplamos el espacio indefinido y sonreímos: bajamos los ojos a la Tierra, y una nube de tristeza envuelve nuestro ser; la soledad nos aterra; el inmenso vacío que hallamos en derredor, nos aflige; el valor nos falta, y abandonándonos completamente, caemos desfallecidos bajo el peso de nuestra misma debilidad. Y entre tanto, ¿qué hemos hecho?

En provecho nuestro, nada, pero sí en nuestro perjuicio, puesto que hemos perdido un tiempo precioso, el cual, mientras hemos estado en la inacción, ha corrido veloz, para no volver jamás.




¡El tiempo! ¡Oh! Si supiéramos el valor que tiene en la Tierra, no desperdiciaríamos ni un segundo de tiempo. Nos afanaríamos en armonizar las horas; trabajaríamos con regularidad; nuestros trabajos serían más provechosos y la vida nos sería más ligera; nunca aparecería en nuestro semblante ese tinte melancólico del fastidio, prueba inequívoca del mal uso que muchas veces hacemos del tiempo precioso. Y si no, ved al sabio que se afana en descubrir nuevas ciencias; al pensador filósofo que transmite al papel sus saludables máximas; al rico caritativo que deja temprano su mullido lecho para ir en busca de la indigencia y enjugar sus lágrimas; al honrado trabajador que, después de emplear el día en ganar el sustento de su familia, aún roba algunas horas de la noche al descanso de su cuerpo para dedicarlas a la instrucción de sus hijos, al estudio, o alguna práctica útil en favor de sus semejantes; ved a estos seres siempre tranquilos, serenos, y ¿por qué? Porque su conciencia no les acusa de ociosos; porque trabajando para los demás, se forman su patrimonio, se crean una gran propiedad para la vida futura y van labrando el verdadero progreso de su espíritu.

El tiempo, ha dicho Franklin, es la tela de que está hecha la vida: y es muy cierto. Esta tela, bien aprovechada, nos daría felices resultados, porque nos pondría al abrigo de los malos pensamientos y sería el más eficaz preservativo contra el fastidio.

tiempo de ocio
¡Cuán pocos son los seres que saben apreciar el valor del tiempo y distribuir las horas con minuciosa y severa exactitud! ¡Nos quejamos de la corta duración de la vida, y nosotros mismos la abreviamos con la dilapidación deplorable de todos sus instantes!

La Humanidad habla constantemente del valor del tiempo, y sin embargo, la mayoría no hace otra cosa que pasar el tiempo, visitas de etiqueta, atenciones de sociedad, mesas de juego, teatros sin reformas de costumbres, lecturas frívolas e inmorales, son las más de las veces los recursos de que echamos mano para libertarnos del inmenso tedio que nos abruma.

Bueno es un rato de expansión cuando ya se ha cumplido con los principales deberes; porque después del cotidiano trabajo, el espíritu aspira con fruición la brisa que viene a acariciarle, y aquellos momentos de descanso o libertad le reaniman y le dan nuevas fuerzas para empezar de nuevo su trabajo; pero esos seres que pasan las horas muertas muellemente reclinados en un diván, recreándose en las espirales que forma el humo de su cigarro, a semejanza de los turcos, o los que con el nombre de jóvenes del gran mundo o aristócratas de salón, se levantan de la cama, se van al tocador, de éste a la mesa, de allí al casino, después al teatro, luego al baile, de aquí al restaurant, en donde después de haber devorado suculentos manjares, y regado los manteles con el espumoso champagne salen medio beodos, congratulándose de aquella brutal orgía, donde en su concepto, han pasado el tiempo agradablemente, ¿podrán decirnos las ventajas que les reporta ese modo de emplear el tiempo? ¡Oh!, nos responderán que han ido a divertirse solamente, y que con esto no han perjudicado a nadie; pero esto no basta.

No hemos de contentarnos con no hacer daño; hemos de procurar hacer bien.
Por ejemplo: el que perjudica a otro en lo más mínimo, emplea malísimamente el tiempo; el que no hace bien ni mal, lo pierde lastimosamente; y el que se afana por cumplir con su deber y ser útil a sus semejantes, éste es un espíritu que sabe apreciar el tiempo en su verdadero valor; comprende lo fugaz que es la vida, lo doloroso que es el viaje por la Tierra, e incansable en su deseo de progresar, no desperdicia ni un segundo; es el gran matemático de la vida, que sabe aprovechar los minutos que marca el reloj de su existencia; sabe muy bien que la Tierra es una tumba y el cuerpo estrecha cárcel donde el espíritu se encierra para sufrir su condena.

Si ha sabido cumplir con su deber, siendo la actividad su compañera, cuando se cumpla el plazo de su existencia o de su expiación, la derruida cárcel quedará enterrada en la mísera tumba del planeta Tierra, y el espíritu, entonando un himno de alabanzas a la creación, remontará su vuelo a las regiones etéreas, en busca de su ansiada libertad, en busca de progreso sin fin y en busca de más prósperos destinos.

¡Oh! i Lástima da ver a infinidad de seres cómo dejan transcurrir las horas sin acordarse del que sufre, sin enjugar una lágrima, sin socorrer al necesitado, sin vestir al desnudo y sin amparar al huérfano! ¡Cuántas horas perdidas! ¡Qué tiempo tan precioso inútilmente empleado! ¡Ah!, ¡pobre Humanidad, cuán lento es tu paso para el bien! No parece sino que mil cadenas te sujetan; pero para el vicio, ¡ay!, eres cual ligera nave que se desliza rápida por la superficie de las aguas...

¡Hora es ya de que el Espiritismo nos alumbre con sus rayos, y nos enseñe a comprender el valor del tiempo!

¡Espiritistas! Luchemos con valor; no nos arredren las miserias de la vida; que alguien vela por nosotros. Aprovechemos el tiempo en corregir nuestros defectos, en ser dóciles y virtuosos, en amarnos como hermanos y en llevar un rayo de luz a la Humanidad para que progresemos todos.
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