El Capítulo XVIII del libro "El Génesis" de
Allan Kardec del año 1868, se desarrolla bajo el título "Los Tiempos han
llegado", siendo el primer anuncio taxativo que tenemos sobre el cambio
planetario que está aconteciendo en estos momentos hacia un mundo de
regeneración.
Crisis económica a nivel mundial, conflictos bélicos
inacabables unos, nuevos otros, conflictos sociales por doquier, cambio
climático, desastres naturales de cualquier naturaleza, desastres ecológicos,
entre otros acontecimientos, son los claros indicios en este siglo XXI de
la mudanza de un Planeta de pruebas y expiaciones hacia un planeta de
regeneración.
Es preciso construir un nuevo hogar, sin embargo, es
imperioso hacerlo sobre sólidas bases para construir sobre la firmeza. Esta
firmeza únicamente acontece con la reforma íntima y moral de cada uno de
nosotros y por ende, con la reforma íntima y moral de la humanidad pues la
causa primera de tantos desastres actuales en todos los niveles, es sin duda
alguna, la falta de reforma moral que hemos tenido durante tantos siglos y que
hoy día ya nos "pasa factura".
Bezerra de Menezes, a través de la
mediumnidad de Divaldo P. Franco nos ha ofrecido este mes de mayo un destacado
mensaje relativo a toda esta situación a fin de que podamos reflexionar sobre
ello una vez más.
Los tiempos han llegado, los tiempos apremian, es
preciso reformarnos.
Hijos del Alma: que
Jesús nos bendiga.
El siglo XXI continúa
elevándose a la más alta tecnología desbravando los infinitos horizontes de la
ciencia.
Antiguos misterios del
conocimiento son desvelados. Enigmas, que permanecían incomprensibles, son
descifrados, y el materialismo sonríe mofándose de los mensajes sublimes del
amor.
Paradójicamente, los
avances respetables de esas áreas del intelecto no engañaron modificar las
situaciones traumáticas que tienen lugar en el orbe, en la actualidad. En el
auge de las conquistas de las inteligencias, permanecen las convulsiones
sociales unidas a las convulsiones planetarias en el momento de la gran
transición que pasa la Tierra amada por todos nosotros.
De un momento para otro,
una erupción volcánica revienta las capas que ocultan el magma, y las cenizas –
lanzadas por encima de 10 mil metros de la superficie terrestre – modifican
todo el paisaje europeo amenazando las comunicaciones, los transportes,
mientras se piensa en otras y continuas erupciones que pueden venir marcadas
por gases venenosos o por lava candente... Fenómenos de tal monta pueden ser
detectados, pero no impedidos, demostrando que la vaguedad de la inteligencia
no puede ultrapasar la sabiduría de las leyes cósmicas establecidas por Dios.
Y Gaia – la gran madre
planetaria– se retuerce, mientras en su superficie la violencia irrumpe en
cascadas, amenazando la estabilidad de la civilización: política, económica,
social y, sobretodo, moral, caracterizando estos como los días de las antiguas
Sodoma y Gomorra de los apuntes bíblicos...
Iniciada la era nueva,
surge, en este mismo siglo XXI, el periodo pre anunciador de la paz, de la fe
religiosa, del arte y de la belleza, del bien y del deber.
Señalando ese periodo
de transformación estamos invitados, encarnados y desencarnados, a contribuir
en favor del adelanto que nos llega de forma compleja, sin embargo bien
direccionada. Avancemos con las
huestes del Consolador en la dirección del puerto del mundo de regeneración. Sean nuestros actos
señalados por las preferencias de Jesús, de tal forma que se definan las
directrices comportamentales.
...Y que todos puedan
identificarnos por la manera como enfrentaremos sinsabores y angustias,
testimonios y holocaustos, a la semejanza de los cristianos primitivos que
vivieron, guardadas las proporciones, periodo equivalente, instaurando en la
Tierra el Evangelio libertador, desfigurado en los últimos diecisiete siglos,
mientras, con Allan Kardec, surgió el Consolador trayéndonos Jesús de vuelta.
Es comprensible, por
lo tanto, que los espíritus comprometidos con el pasado delictivo intenten
implantar el desorden, establecer el desequilibrio de las emociones para que
pontifique el mal, en la versión mitológica de la perturbación demoníaca.
En nombre de la luz
inapagable de aquellos importantes días de la Galilea, particularmente durante
la sinfonía incomparable de las bienaventuranzas, demostremos que la nuestra es
la fuerza del amor y nuestras reflexiones en el mundo íntimo trabajan por
nuestra iluminación.
Los días actuales,
como en el pasado, amar es ver a Dios en nuestro prójimo; meditar es encontrar
a Dios en nuestro mundo íntimo, a fin de esparcir la caridad en la dirección a
todas las criaturas humanas.Trabajar, por lo
tanto, el mundo íntimo, no temer cualesquiera amenazas de naturaleza calamitosa
a través de las grandes destrucciones que forman parte del adelanto y de la
renovación, o aquellas de dimensión no menos significativa en la intimidad
doméstica, en los conflictos del sentimiento, demostrando que la luz del Cristo
brilla en nosotros y nos conduce con seguridad.
Eurasia, cansada de
tantas guerras, de destrucción, de la ceguera materialista, de los continuos
holocaustos de razas y de etnias, de gobiernos arbitrarios y perversos, clama
por Jesús, como el mundo todo necesita de Jesús. Sus emisarios, de Krishrna la
Bahá’u’lláh, de Moisés a Allan Kardec, de Buda a los peregrinos de la no
violencia, de Mahoma a los pacificadores musulmanes, todos esos, ministros de
Jesús, le preparan, a través de los milenios, el camino para que a través del
Consolador – aún sin cambios de directrices filosóficas o religiosas –
predomine el amor.
Sean celebradas y
vividas la creencia en Dios, en la inmortalidad, en las vidas o existencias
sucesivas, haciendo que las criaturas se den las manos construyendo el mundo de
regeneración y de paz por el que todos anhelamos...
Jesús, mis hijos,
ayer, hoy y mañana, es nuestra brújula, es nuestro puerto, es la nave que nos
conduce con seguridad a la plenitud.
Porfiad en el bien a
cualquier precio. Una existencia corporal, por más larga, es siempre muy breve
en el reloj de la inmortalidad. Sembrad, por lo tanto, hoy el amor, redimiéndolos de los equívocos del ayer con seguridad, ahora, en la
certeza de que estos son los sublimes días del gran cambio para mejor.
Aún derramaremos mucho
llanto, oiremos muchas profecías alarmantes, pero la Tierra saldrá de ese proceso
de transformación más feliz, más depurada, con sus hijos dichosos rumbo para un
mundo superior en la escalada evolutiva.
Saludamos a todos los
compañeros de los diversos países aquí reunidos, y en nombre de los Espíritus
que forman parte del equipo del Consolador, exoramos al Maestro inolvidable que prosiga bendiciéndonos con su paz, en la certeza de que con Él – el amor no
amado – venceremos todos los obstáculos. Mucha paz, hijos del
alma y que Jesús permanezca con nosotros. Son los votos del servidor
paternal y humildísimo de siempre
Bezerra Mensaje psicofónico recibido por el Médium Divaldo
Pereira Franco en la mañana de 9 de Mayo de 2010, en el encuentro del Consejo Espirita Internacional, reunido en Varsovia, Polonia.
texto tomado libro EL GÉNESIS
LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO //ALLAN KARDEC
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