Viene… de la primera parte…Continuación 2da parte
Psicografiado por Francisco Cándido Xavier
Psicografiado por Francisco Cándido Xavier
Sub-temas:
Primera parte
*Evolución morfológica y
moral
*Noción del Derecho.
* Despertar de la conciencia.
*La larva y la criatura.
Segunda
parte:
(continuación)
*Metamorfosis del insecto.
*Histogénesis espiritual.
*Desencarnación del
Espíritu.
*Continuación de la
existencia.
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La larva de los insectos de transformación completa experimenta
varios períodos de renovación para alcanzar la condición de adulta, aunque
permanezca con el mismo aspecto, por cuanto sólo después de la última mudanza
de la piel es que se transforma en ninfa o crisálida. En semejante estado, acusa una progresiva disminución de actividad, hasta no
soportar más el alimento. Se evacúan sus intestinos y se paralizan sus
movimientos.
La larva se protege, entonces, en el suelo o en la planta, preparando su propia liberación. Permanece así, inmóvil, y no se alimenta desde el punto de vista fisiológico, en estado de crisálida, conforme a la especie, en hilos de seda por ella misma constituidos con la secreción de las glándulas salivares, agregados a pequeñitos trozos de tierra o tejidos vegetales y formando, con ellos, el capullo en que reposa, durante cierto tiempo, días y hasta meses.
La larva se protege, entonces, en el suelo o en la planta, preparando su propia liberación. Permanece así, inmóvil, y no se alimenta desde el punto de vista fisiológico, en estado de crisálida, conforme a la especie, en hilos de seda por ella misma constituidos con la secreción de las glándulas salivares, agregados a pequeñitos trozos de tierra o tejidos vegetales y formando, con ellos, el capullo en que reposa, durante cierto tiempo, días y hasta meses.
En el estado de ninfa y al impacto de las vibraciones de su propia organización
psicosomática, sufre una esencial modificación en su organismo, modificación
que, en el fondo, equivale a un verdadero aniquilamiento o histólisis, al mismo
tiempo que elabora órganos nuevos mediante el fenómeno de la histogénesis,
valiéndose de los tejidos que perduraran.
La histólisis, que se efectúa por acción de los fermentos, se verifica principalmente en los músculos, en el aparato digestivo y en los tubos de Malpighi, con una acción menor en los sistemas nervioso y circulatorio. Por la histogénesis, los remanentes de los músculos estriados cambian las características que le son propias perdiendo, gradualmente, su estriación, hasta que se convierten, cual si obedeciesen a un proceso involutivo, en células embrionarias fusiformes con un núcleo exclusivo, o mioblasto, que se divide por segmentación, plasmando nuevos elementos estriados para la configuración de sus órganos típicos. Solamente entonces, cuando el proceso de la metamorfosis se lleva a cabo, el insecto, íntegramente renovado, abandona el capullo, revelándose una mariposa leve y ágil, con su sistema bucal transformado, como sucede con la mariposa de tipo succionador, en la cual los maxilares se alargan, convirtiéndose en una trompa, mientras que el labio superior y las mandíbulas se atrofian. Con todo, aunque magnificentemente transformada, la mariposa alada y multicolor es la misma individualidad, ya que reúne en sí las experiencias de los tres períodos fundamentales de su existencia como larva, ninfa e insecto adulto.
*Histogénesis espiritual
El ser humano, que después del período infantil atraviesa expresivas etapas de renovación interior hasta alcanzar la madurez corpórea, no obstante presentar la misma forma exterior, sólo después del agotamiento de la fuerza vital en el curso de la vida, a través de la senectud o de la caquexia, por acción de la enfermedad, padece una transformación más profunda. En ese período característico de la caducidad celular o de la enfermedad irreversible, demuestra gradualmente una disminución de la actividad, no aceptando más la alimentación.
Poco a poco declinan sus actividades fisiológicas y
la inercia sustituye a los movimientos. Se protege, desde entonces, con el reposo horizontal decúbito, casi siempre en
el lecho, preparando el proceso liberador. Llega así el momento en que se inmoviliza con la
cadaverización, modificándose similarmente a la crisálida, pero envolviéndose
en lo recóndito del Ser con los hilos de sus propios pensamientos, en ese
capullo de fuerzas mentales tejido con sus propias ideas reflejas dominantes o
secreciones de su propia mente, durante un período que puede variar entre
minutos, horas, días, meses o decenios. En el ciclo de cadaverización de la forma somática, bajo el gobierno dinámico
de su cuerpo espiritual, padece extremas alteraciones que, en esencia,
corresponden a la histólisis de las células físicas, al mismo tiempo que
elabora órganos nuevos a través del fenómeno que podemos denominar –por falta
de un término equivalente– histogénesis espiritual, aprovechando los elementos
vivos desagregados del tejido citoplasmático que se mantenían, hasta entonces,
ligados a la colmena fisiológica entregada al desequilibrio o la
descomposición. La histólisis, o proceso destructivo en la desencarnación, resulta de la acción
de los catalizadores químicos y de otros recursos del mundo orgánico que,
alentados por procesos degenerativos, realizan la mortificación de los tejidos
y, desde el punto de vista del cuerpo espiritual, afectan principalmente la
morfología de los músculos y los órganos de la nutrición, con escasa influencia
sobre los sistemas nervioso y circulatorio. Mediante la histogénesis espiritual los tejidos citoplasmáticos pierden
definitivamente algunas de las características que les son propias, volviendo
temporariamente, cual respondiesen al proceso involutivo, a la condición de
células embrionarias multiformes que se dividen, a través de la cariocinesis
plasmando, en nuevas condiciones, la forma del cuerpo espiritual conforme al
tipo impuesto por la mente.
*Desencarnación del Espíritu
Entonces ahí, cuando el proceso de la muerte se cumple, el ser humano desencarnado, plenamente renovado en sí mismo, abandona el vehículo carnal al que estaba sometido;
sin embargo, muchas veces se siente íntimamente aprisionado al
capullo de sus pensamientos dominantes, cuando no trabajó por su renovación,
por los desvíos del Espíritu, revelándose ahora con su nuevo peso específico
conforme a la densidad de su vida mental normal y disponiendo de nuevos
elementos con que atender a su propia alimentación, equivalentes a las trompas
fluidomagnéticas de succión, aunque sin perder de modo alguno el aparato bucal
que nos es característico, destacándose, además, que tales trompas o antenas de
materia sutil están patentes en los seres encarnados, expresándoseles en su
aura común como radículas alargadas de esencia dinámica que exteriorizan sus
radiaciones específicas; trompas o antenas ésas por las cuales asimilamos o
repelemos las emanaciones de las cosas y de los seres que nos rodean, tanto
como las irradiaciones de nosotros mismos, unos con los otros.
*Continuación de la existencia
Metamorfoseada, pues, no obstante el fenómeno de desencarnación, la personalidad humana continúa, más allá de la tumba, el ciclo educativo que inició en la cuna, sin perder su propia identidad y asimilando en ella las experiencias de la vida carnal, de la desencarnación y de la metamorfosis en el plano extrafísico.
*Continuación de la existencia
Metamorfoseada, pues, no obstante el fenómeno de desencarnación, la personalidad humana continúa, más allá de la tumba, el ciclo educativo que inició en la cuna, sin perder su propia identidad y asimilando en ella las experiencias de la vida carnal, de la desencarnación y de la metamorfosis en el plano extrafísico.
Percibiremos, de tal modo, que la existencia de la criatura humana, en la reencarnación, se hace sustancial no sólo en la Tierra, donde atiende el cultivo de los sentimientos, palabras, actitudes y acciones peculiares que la caracterizan, sino también en el Mundo Espiritual, donde incorpora en ella la cosecha de la siembra practicada en el campo físico, a través del desdoblamiento del aprendizaje con que atesora las experiencias necesarias para la sublime ascensión a que está destinada.
Psicografiado
por Francisco Cándido Xavier
Evolución
en Dos Mundos. André Luiz
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