"Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiese hecho estando en el cuerpo, el bien o el mal."
–Pablo. (11 Corintios, 5:10.)
No falta quien vea en el Espiritismo
simple campo de experimentación fenoménica, sin ningún significado de orden
moral para las criaturas.
Muchos aprendices de la Consoladora
Doctrina, de ese modo, se limitan a las investigaciones de laboratorio o se
limitan a discusiones filosóficas.
Es imperioso reconocer, sin embargo,
que hay tantas categorías de hombres desencarnados, cuantas son las de los
encarnados.
Entidades discutidoras, livianas,
rebeldes e inconstantes transitan en todas partes. Más allá de eso, surgen
incógnitas y problemas para los habitantes de los dos planos.
En vista de semejantes razones, los
adeptos del progreso efectivo del mundo, distantes de la vida física, pugnan
por el Espiritismo con Jesús, convirtiéndonos el intercambio en factor de
espiritualidad santificante.
Creemos que no se deben atacar otros
círculos de vida, cuando no nos encontramos interesados en mejorar la
personalidad en aquel que respiramos.
No vale pesquisar recursos que no nos
dignifique.
Así es que para nosotros que
suponernos traer el corazón despierto para la responsabilidad de vivir,
Espiritismo no expresa simple convicción de inmortalidad: es clima de servicio
y edificación. No adelanta guardar la certeza en la sobrevivencia del alma, más
allá de la muerte, sin la preparación terrestre en la dirección de la vida
espiritual. Y en ese esfuerzo de habilitación, no disponemos de otra guía más
sabia y más amorosa que Cristo.
Solamente a la luz de sus lecciones
sublimes, es posible reajustar el camino.
Renovar la mente y
purificar el corazón.
No todo lo que es
admirable es divino.
No todo lo que es
grande es respetable.
No todo lo que es
bello es santo.
No todo lo que es
agradable es útil.
El problema no es sólo
de saber.
Es el de recurso cada
uno para la extensión del bien.
Adaptémonos, pues, al Evangelio
sentido y vivido comprendiendo el imperativo de nuestra iluminación interior,
porque según la palabra oportuna y sabia del Apóstol "todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, a fin
de que recibamos, de acuerdo con lo que realizarnos, estando en el cuerpo, el
bien o el mal".
EMMANUEL
- Pedro Leopoldo, 22 de febrero de 1950
Tomado del
libro: pan nuestro, espíritu Emmanuel, Chico Xavier.
Descargas gratis el texto completo español:
biblioteca: http://www.luzespiritual.org/
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