Los
desencarnados que han progresado hacia el mundo espiritual más elevado tratan
constantemente de aclarar a estos espíritus a los que se califica de *ligados a la tierra
[en inglés: earthbound]. Pero éstos últimos, debido sobre todo a
prejuicios sobre la vida posterior, se imaginan que los que partieron están *muertos
y rechazan su presencia como
alucinaciones, o la temen como a *fantasmas; muchas veces se niegan a reconocer
a sus amigos y a darse cuenta de su propia condición de *desencarnados.
Pronto se excluyen a sí mismos de
toda ayuda que venga de lo alto.
Muchos se encuentran en
estado de sueño, otros están perdidos o en la Confusión mental; algunos viven
atormentados por el miedo de las extrañas tinieblas en que se encuentran, o
torturados por el remordimiento de su conducta durante su vida terrestre;
otros, movidos por tendencias egoístas o carnales, buscan el medio de
satisfacerlas y permanecen en este estado hasta que renuncian a estos deseos
malos y piden desesperadamente el conocimiento y la luz; entonces, espíritus
más evolucionados pueden llegar a ellos y venir en su ayuda.
Desprovistos
de cuerpo físico, a través del cual pudieran satisfacer sus bajas tendencias,
muchos seres desencarnados se sienten atraídos hacia la luz magnética que emana
de los mortales y, conscientemente o no, se encadenan al aura magnética de
éstos últimos. Se dotan así de un
vehículo para permanecer en contacto con la tierra, obsesionando o poseyendo a
los seres humanos. Estos espíritus intrusos influyen, con sus pensamientos, en
las personas sugestionables [en inglés: sensitive]; les comunican sus
propias emociones, debilitan el poder de su voluntad y controlan muchas veces
sus acciones. De ello resulta una gran angustia, gran confusión mental y
cantidad de dramas terribles.
Estos espíritus ligados a la tierra son los que, en todas
las épocas, se llamaban *demonios; son *demonios de origen humano, subproductos del fracaso
humano, lanzados ciegamente a una existencia miserable post-mortem y retenidos
allí por su ignorancia.
Observemos que la palabra
griega *da‹mon+, que aparece en el Nuevo Testamento, designa simplemente a un *espíritu.
Sócrates utilizaba esta misma palabra para designar al genio benefactor que le
inspiraba.
Texto tomado del libro: Treinta años entre los muertos// Carl
WICKLAND
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