Venimos a la Tierra con el deseo de progresar, con el firme
propósito de trabajar y emplear el tiempo provechosamente; mas el orgullo nos
estaciona, la indolencia nos hace huir del trabajo, y he aquí que pasamos toda
una existencia sumidos en el error, envueltos en la ignorancia, consagrados a
la superstición, o víctimas de cruel escepticismo.
Colocados
en la escabrosa senda de la vida, no sabemos a dónde dirigir los pasos.
Nuestra vida se extiende al infinito, como queriendo buscar un más allá; contemplamos el espacio indefinido y sonreímos: bajamos los ojos a la Tierra, y una nube de tristeza envuelve nuestro ser; la soledad nos aterra; el inmenso vacío que hallamos en derredor, nos aflige; el valor nos falta, y abandonándonos completamente, caemos desfallecidos bajo el peso de nuestra misma debilidad. Y entre tanto, ¿qué hemos hecho?
En provecho nuestro, nada, pero sí en nuestro perjuicio, puesto que hemos perdido un tiempo precioso, el cual, mientras hemos estado en la inacción, ha corrido veloz, para no volver jamás.
Nuestra vida se extiende al infinito, como queriendo buscar un más allá; contemplamos el espacio indefinido y sonreímos: bajamos los ojos a la Tierra, y una nube de tristeza envuelve nuestro ser; la soledad nos aterra; el inmenso vacío que hallamos en derredor, nos aflige; el valor nos falta, y abandonándonos completamente, caemos desfallecidos bajo el peso de nuestra misma debilidad. Y entre tanto, ¿qué hemos hecho?
En provecho nuestro, nada, pero sí en nuestro perjuicio, puesto que hemos perdido un tiempo precioso, el cual, mientras hemos estado en la inacción, ha corrido veloz, para no volver jamás.